Los edificios Passivhaus consiguen reducir en un 75% las necesidades de calefacción y refrigeración. La poca energía suplementaria que requieren se puede cubrir con facilidad a partir de energías renovables, convirtiéndose en una construcción con un coste energético muy bajo para el propietario y el planeta.

Este estándar no supone el uso de un tipo de producto, material o estilo arquitectónico específicos sino la optimización de los recursos existentes a través de técnicas pasivas, como por ejemplo un buen factor de forma, que reduzca la superficie en contacto con el exterior para disminuir las necesidades de climatización, una orientación correcta de las ventanas para aprovechar el calor del sol cuando están cerradas y la ventilación natural al abrirlas, o poner protecciones solares que impidan un sobrecalentamiento en verano, etc. Descubramos las 5 premisas básicas

Excelente aislamiento térmico


Un muy buen aislamiento de la envolvente es beneficioso tanto en invierno como en verano: las paredes exteriores, la cubierta y la solera deben tener una baja transmitancia térmica.

Ventanas y puertas de altas prestaciones


Los huecos son el “punto débil” de la envolvente, por lo que se debe poner mucha atención en su ubicación durante el diseño del proyecto, y en su correcta colocación durante la obra.

Ausencia de puentes térmicos


La transmisión de energía no sólo se da en los elementos generales como paredes o techos, sino que también se da en las esquinas, ejes, juntas, etc.

Hermeticidad al aire


En una construcción convencional, las corrientes de aire que se pueden dar a través de ventanas, huecos o grietas provocan incomodidad en el usuario y hasta condensaciones interiores, particularmente durante los períodos más fríos del año.

Ventilación mecánica con recuperación de calor


Las personas y los electrodomésticos generan calor, éste es reaprovechado por el sistema de ventilación, al precalentar el aire limpio entrante antes de expulsar el aire viciado.