Galicia es una potencia en producción de madera. Darle valor añadido mediante la transformación es, como comentan en el sector, una de las materias que todavía tiene pendientes la comunidad. Sobre todo ahora que ha comenzado a recuperarse su uso en construcción, lo que podría aportar mayor rendimiento económico a las plantaciones certificadas en la comunidad. Sobre todo las de pino, una madera cuyo buen comportamiento está más que probado en edificación.

En esa línea se enmarca el trabajo del Grupo de Estructuras Arquitectónicas (GEA) de la Universidade de A Coruña, centrado en la madera como material estructural. Porque mientras materiales fabricados a partir de esta materia prima natural como el CLT son el presente, el equipo coordinado por el catedrático Javier Estévez Cimadevila y donde trabajan Emilio Martín Gutiérrez, Dolores Otero Chans, Félix Suárez Riestra y José Antonio Vázquez Rodríguez trabaja en clave de futuro.

Uno de los últimos proyectos que han desarrollado es el bautizado como Forjado AlveoTCCuna solución registrada en la Oficina Española de Patentes en la que la madera se alía con el hormigón para ofrecer al sector de la construcción un producto mucho más sostenible y que, además, optimiza la cantidad de madera empleada en relación a materiales como el CLT porque con menos materia prima se obtiene un resultado semejante.

«La idea —como explican desde este grupo de trabajo— es buscar soluciones más tecnificadas que aprovechen las ventajas que ofrecen materiales diferentes. Además, nos permite usar madera certificada de proximidad, lo que también contribuye a reducir la huella de carbono».

La nueva solución, como explican desde el grupo GEM, «es un producto más ecoeficiente porque, entre otras cosas, no se emplean conectores metálicos ni barras encoladas para realizar las uniones entre módulos. La conexión entre madera y hormigón se hace a través de perforaciones en los tableros». Para hacerse una idea, es un forjado de enorme rigidez que está compuesto por una capa superior de hormigón que va unida a otra inferior de laminado de madera (glulam).

De cara a la producción industrial de estos módulos, su modelo de unión reduce o elimina la dependencia de empresas auxiliares en el caso de que sea una empresa maderera la que quiera emprender. Su preparación previa en taller de módulos estándar reduce notablemente también los tiempos de ejecución de la obra.

Más allá de eso, como explican desde el GEA, la solución patentada ofrece muchas ventajas. Entre ellas está su ligereza. Un forjado de 30 centímetros de espesor pesa, por ejemplo, alrededor de 200 kilos por metro cuadrado, mientras que de ser únicamente de hormigón su peso se eleva hasta los 750 kilos. También mejora el aislamiento acústico y permite construir espacios diáfanos.

Pero también, como añaden desde este grupo de trabajo, soluciona uno de los grandes temores de aquellos que no se atreven a usar la madera en construcción: El miedo a los efectos del fuego. Este temor queda mitigado porque, como destacan, su acabado alveolar aumenta su resistencia al fuego, pudiendo quedar la madera vista prescindiendo de elementos adicionales de protección.

La solución está ahí, lista para ser desarrollada a nivel industrial. Ahora falta que las empresas se atrevan a dar el paso para comenzar con su fabricación y comercialización, adelantándose a las demandas del mercado que busca cada vez más la ecología y la sostenibilidad, en línea con la batuta que empuña la UE de cara a cumplir con sus objetivos verdes.